Radiofrecuencia
La Radiofrecuencia facial es una técnica que consiste en la aplicación de ondas electromagnéticas que estimulan los procesos naturales de la regeneración de colágeno y aumentan la circulación sanguínea; esto se traduce en la reestructuración profunda y gradual del colágeno, producción y sustitución de nuevas fibras y una mejora general de estado de la piel.
La duración de la radiofrecuencia facial se estima entre dos y tres años. En nuestra clínica de medicina estética de Barcelona, recomendamos una sesión de radiofrecuencia facial cada tres semanas, hasta un máximo de seis, aunque la periodicidad de la radiofrecuencia facial se establecerá en función de los objetivos, la edad, el área a tratar y el tipo de piel.
La preocupación por la estética está muy extendida entre hombres y mujeres, por lo que todos nos cuidamos cada vez más. Pero a pesar de los muchos cuidados y atenciones dedicados a la piel, el paso del tiempo deja sus marcas especialmente en la cara.
Afortunadamente, hay muchos tratamientos que ayudan a mejorar la apariencia de la piel del rostro y que son menos invasivos y más accesibles. Por ejemplo, la radiofrecuencia facial.
Es uno de los tratamientos de rejuvenecimiento facial más eficaces que existen en la actualidad. Permite obtener resultados muy similares a los de un lifting facial pero sin necesidad de recurrir a la cirugía.
El tratamiento consiste en aplicar ondas de radiofrecuencia en forma de calor directamente a la cara. Esto estimula el desplazamiento de los fibroblastos y hace que las fibras de colágeno se contraigan. El resultado es una piel más suave y lisa.
La radiofrecuencia facial también promueve la producción de colágeno, por lo que el aspecto de la piel es más brillante y suave. Además, tiene un efecto vasodilatador. De esta manera, la radiofrecuencia mejora la circulación de la sangre. La piel del rostro se ve así más joven.
En primer lugar, la piel debe ser limpiada a fondo para eliminar todas las impurezas y permitir que el calor penetre mejor. Luego se marca la zona a tratar. Finalmente, se coloca sobre la piel y se mueve sobre el área marcada para que el calor haga su trabajo.
El aparato de radiofrecuencia emite calor que alcanza las capas más profundas. Es posible que el paciente experimente alguna ligera molestia, como calor o quemaduras, pero no es un tratamiento doloroso.
Así como no toda la piel es igual, tampoco hay un método único de radiofrecuencia facial. La radiofrecuencia monopolar o unipolar aplica calor a la capa profunda de la piel y se utiliza para eliminar la grasa localizada.
La radiofrecuencia facial bipolar trabaja en las capas más superficiales y es muy útil para hacer la piel más suave. En cuanto al tripolar, es una combinación de los dos anteriores y permite tratar la grasa y tensar la piel, por lo que ayuda a combatir tanto la grasa como la flacidez. La radiofrecuencia tripolar usa una temperatura más baja, así que lógicamente, el paciente no siente casi nada.
Generalmente, la radiofrecuencia facial mejora el aspecto de la piel del rostro. Se puede usar en la frente, área de los ojos, mejillas, óvalo facial, barbilla y cuello.
Se trata de tensar la piel de la frente, estirar la piel alrededor de los ojos y cerrar los poros. Al mismo tiempo, se reducen las arrugas más profundas, se eliminan las más superficiales y se combate la laxitud de la piel como la papagorgia.
Los efectos se notan desde la primera aplicación, pero el número total de sesiones que cada paciente necesita dependerá de su condición. Siendo la radiofrecuencia facial, normalmente se aplican de cuatro a seis sesiones.
Los efectos del tratamiento no se mantienen a lo largo del tiempo, por lo que se necesitará una nueva sesión para estimular de nuevo la producción de colágeno. Si el tratamiento ha sido aplicado correctamente por un profesional capacitado, los efectos pueden ser visibles incluso después de dos años.
Este tipo de tratamiento se recomienda para mujeres y hombres en cuyo rostro empiezan a aparecer los signos del paso del tiempo. Por lo general, los pacientes deben tener entre 30 y 40 años y el daño facial debe ser entre leve y moderado.
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